Trascendencia De La Independencia Nacional
Petronila Dotel, SJT
Quiero iniciar definiendo dos conceptos que me parecen clave para abordar el tema que nos ocupa.
El primero de ello es Trascendencia.
Para la Real Academia de la Lengua Española Trascendencia es penetración y perspicacia. También es “Resultado, consecuencia de índole grave o muy importante, Además “Aquello que está más allá de los limites naturales.”
El otro Concepto que quiero recalcar es de hecho Histórico. En este aspecto parto de la definición hecha por el destacado escritor dominicano Juan Bosch. Para el reconocido autor un hecho histórico es aquel, cito: “Los hechos o acontecimientos históricos se diferencian de los corrientes o usuales en su perdurabilidad, palabra que significa larga duración, y en su caso, perduran durante siglos y siglos en la memoria de la humanidad o de un pueblo; o dicho de otra manera, los hechos históricos son aquellos que no se pierden en el olvido de las generaciones que han heredado su conocimiento.”
Partiendo de ambas conceptualizaciones quiero ahora destacar por qué nuestra independencia nacional fue una obra trascedente
- La Idea de la Independencia “penetró” el alma del pueblo dominicano. Pueblo este que apenas empezaba a madurar sus ideas sobre la perentoria necesidad de insertarse en el camino que desde hacía varios años habían marcado las antiguas colonias de Hispanoamérica y más aún, que desde hacía 40 años habían trazado los vecinos del hermano país de Haití, cuando negros y mulatos decidieron coronarse con la gloria convirtiéndose en la primera República libre de Latinoamérica.
- La Independencia Nacional fue, una acción perspicaz, lo cual equivale a decir sagaz. Este hecho marcó la sagacidad de un pueblo que supo con astucia y agudeza escalar a la cima de la victoria en combates desiguales, con un “ejército” formado al calor de la lucha integrado por campesinos, labradores, gente sin formación miliar, pero fornidos en la redentora idea de construir una Patria libre y soberana.
- La Independencia Nacional fue como dice la definición de la Real Academia de la Lengua Española “Resultado, consecuencia de índole grave o muy importante”. Así es, nuestra Independencia fue el resultado de un largo proceso. No crean ustedes que ese proceso inició el 16 de julio de 1838; no, el proceso hacia nuestra independencia comenzó allá en la Junta de Bondillo de 1808, cuando luego de ganarle la guerra a los franceses, los sectores encabezados por Ciriaco Ramírez plantearon la idea de declararse libre de España, en franco desafío a los sectores dirigidos por Juna Sánchez Ramírez grupo este que, incapaz de enajenar sus interese de clases eligieron la antipatriótica idea de volver a cobijarse bajo el dominio de España justamente cuando los países de América del Sur estaban construyendo una Hispanoamérica libre. Me atrevo a ir más lejos. El proceso de la independencia se inició tal vez como una nebulosa ideológica cuando los habitantes del valle de Guaba, dirigidos por el mulato Hernando de Montoro, se rebelaron en contra de la nefasta idea de trasladar a los habitantes de la llamada Banda Norte en 1605 y 1606. Allí, en Guaba, Hernando de Montoro inició nuestro glorioso camino hacia la Independencia. El hecho más cercano a la fecha que nos ocupa es la del 1ro de diciembre de 1821. José Núñez de Cáceres dio un paso de avance en la idea de crear la Patria. Su obra fue efímera, pero dejó clara la idea de que ya no era posible seguir bajo el sistema colonial español. El peldaño más claro y con capacidad de crecer, florecer y cristalizarse en un proyecto no solo de Separación o de Independencia, sino en la gestación de un Estado bajo los perfiles de los paradigmas del Estado moderno, fue la fundación de la Trinitaria el 16 de julio de 1838. Ese grupo de jóvenes, con Juan Pablo Duarte como guía, dijeron en su célebre Juramento Trinitario: …” y a implantar una república libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana”. Ahí estaban expresando el nacimiento de una República, y esto significa un estado basado en el respeto a las leyes, un estado garante del bienestar del pueblo, un estado promotor de la participación, forjador de ciudadanos. Cuando se habla de República se proclama la creación de un modelo de gestión estatal donde la relación entre gobernantes y gobernados no es de sumisión, subordinación, sino de libertad y participación. El concepto de Soberanía que expresaron los Trinitarios da fe del grado de aspiración al cual querían llegar muchos de aquellos prestigiosos hombres y mujeres. Por eso nuestra independencia de 1844 ha de verse como un “resultado” de acumulación de ideas, de experiencias; muchas de ellas abortadas, fracasadas, pero que fueron generando poderosas herramientas para alcanzar más tarde la categoría de “importante y trascedente.”
Apenas llevamos 175 años de aquel gran acontecimiento y el mismo está muy presente en cada dominicano, sobre todo en aquellos hombres y mujer es que con su trabajo honesto y entusiasta siguen el ejemplo de los padres y madres fundadores y fundadoras de nuestra nación y de nuestra nacionalidad.